Las buenas intenciones

 


            Según un estudio de la Universidad de Pensilvania, para el cual analizaron 500 casos, consideramos más atractivos los rostros que vemos con mascarilla que los que vemos completos. Esto es porque nuestro cerebro tiende a rellenar la información que no tiene, y suele hacerlo de la mejor forma posible. Estoy seguro de que según lees esto, te está viniendo a la cabeza alguien que solamente conoces con parte de la cara tapada. Y si lo analizas, seguro esa persona te parece que es guapa.

            Pero este fenómeno ni es exclusivo de este mundo pandémico que estamos viviendo, ni se centra solamente en rostros humanos. En muchas situaciones que tenemos en nuestra vida, cuando no tenemos toda la información necesaria, solemos completarla con imágenes positivas. Ser optimista no está mal, nos ayuda a enfrentar problemas con una actitud diferente, que en muchas ocasiones suele ser fundamental para salir adelante y resolverlos de la mejor manera. El problema viene cuando tomamos decisiones trascendentales en nuestra vida basándonos principalmente en esas imágenes positivas creadas por nuestro cerebro.

            Así han terminado fracasando muchos negocios, esperando que su nivel de ventas fuera mucho más alto de lo que era posible siquiera producir previamente, o confiando en que sus costos de producción serían más bajos de lo que resultaron. Recuerdo perfectamente en un trabajo que estuve hace muchos años, que me promocionaron a jefe de ventas: antes de comenzar en ese nuevo puesto, me crucé con mi superior por un pasillo, y me dijo: "vas a conseguir treinta ventas al día, ¿verdad?". Me escuché diciendo "por supuesto". Con el paso del tiempo, me di cuenta de lo difícil que era llegar a ese objetivo.

            Sin embargo, estamos acostumbrados a escuchar el mensaje de que "puedes lograr todo lo que te propongas", "lo importante es la actitud" o "la confianza lo es todo". Sí, la actitud es muy importante, y la forma como enfrentamos nuestros problemas puede marcar la diferencia. Pero no lo es todo. Si no se tiene la información necesaria, una imagen realista de las situaciones a las que nos enfrentamos y una estrategia con objetivos definidos y alcanzables, lo más probable es que la actitud se quede solo en buenas intenciones.

            Y como dice el dicho mexicano: "de buenas intenciones están llenos los panteones".

El contenido de las marcas

 

En 2019, Havas Media publicó su estudio Meaningful brands. Una de las conclusiones era que a los consumidores mexicanos no les importaría que desaparecieran el 77% de las marcas. Para los encuestados españoles, el porcentaje es mayor: 92%. Esta percepción de la poca utilidad de las marcas en nuestras vidas es debido, en gran parte, a la saturación publicitaria: pensamos que los anuncios son intrusivos, nos quitan tiempo, estorban, no nos dejan disfrutar de nuestro ocio.

Con este panorama, las marcas se enfrentan a un reto muy grande: cómo conseguir dar un mensaje cuando los receptores no quieren recibirlo. Es una situación por la que alguna vez hemos pasado todos: intentar hablar con alguien que no te quiere escuchar. Por más que lo intentas, la otra persona no te hace caso. O, incluso peor; aunque te escucha, no confía en ti, y por tanto, no cree en lo que le dices.

El problema es que muchas veces nos estamos perdiendo mensajes importantes por parte de las marcas no querer escucharlas. No vamos a negar que en la mayoría de las ocasiones su objetivo únicamente es vender, pero tampoco podemos perder de vista que los fabricantes son expertos en su campo, y nadie mejor que ellos conoce sus productos, su funcionalidad, la manera de solucionar algunos problemas, etc.

Una buena estrategia para solventar el problema de la falta de comunicación es utilizar los formatos conocidos como branded content: contenido que generan las marcas, emitido en algún medio de comunicación, por medio del cual pueden pueden proporcionar información interesante sobre sus productos. De hecho, los consumidores comienzan a acostumbrarse a buscar en los propios perfiles de redes sociales de las marcas vídeos donde les puedan explican cómo se pone en marcha algún aparato tecnológico, por ejemplo, cómo realizar alguna receta de cocina con determinado producto, o la manera de arreglar algún problema menor. Inclusive, muchos anunciantes se han lanzado a brindar momentos de ocio para su audiencia. Hay muchos ejemplos de series de televisión o vídeos creados ad hoc para comunicar un mensaje publicitario.

Respecto al problema de la falta de credibilidad hacia las empresas, una de las maneras para intentar solucionarlo es cambiando de interlocutor. Así, no es una marca quien te lanza un mensaje, sino una voz experta en el tema a tratar. Existen una gran cantidad de personas, a los cuales se les ha comenzado a llamar influencers, pero que en definición son líderes de opinión, y cuyo mensaje suele tener un mayor calado que si lo realiza un anunciante. Desafortundamente, cuando escuchamos la palabra influencer nos viene a la mente jóvenes que realizan vídeos graciosos en YouTube o futbolistas famosos. Pero este concepto abarca a muchas más personas. Cada vez más las marcas recurren a líderes especializados en algún campo relacionado con su producto, que, aunque no tengan millones de seguidores, consiguen generar muchas interacciones con su audiencia, y lo principal: aporta credibilidad al mensaje.

Pero lo más importante para poder romper cualquier barrera en la comunicación es que lo que que queremos transmitir sea relevante para nuestro público objetivo. Y para eso, primero tenemos que pensar en la forma en como el producto o servicio que intentamos vender ayuda a facilitar la vida de las personas, ya sea brindando más tiempo para su vida personal, opciones de entretenimiento o soluciones a problemas cotidianos.

Réquiem por las "nenis"

 

            La hipótesis más conocida para explicar la extinción de los dinosaurios es que, hace 65 millones de años, impactó un meteorito gigante contra la Tierra, haciéndolos desaparecer. Bueno, no a todos. Thomas Henry Huxley fue el primer científico que propuso que los dinosaurios podrían haber evolucionado hasta convertirse en aves. Te invito, querido lector, a imaginar a un poderoso Tiranosaurio Rex, con sus más de 11 metros de longitud y su peso de más de 5 toneladas. Ahora, imagina una gallina. Sí, una gallina común. ¿Se parecen? Pues, aunque no lo creas, hay estudios que demuestran que las gallinas y los avestruces descienden del Tiranosaurio Rex.

             Entiendo que sea difícil encontrar la relación entre dos especies tan diferentes, pero existe, como muchas otras relaciones evolutivas tan diferentes. La necesidad de adaptarse a un nuevo entorno y sobrevivir ha llevado a las especies, durante millones de años, a modificar sus características físicas y su comportamiento. De eso se trata la evolución: de sobrevivir.

             En los últimos días, las redes sociales en México se han llenado de un nuevo término: las "nenis". Con este término se engloba, de forma burlona y sarcástica, a esas personas, en especial mujeres, que se dedican a vender productos a través de Facebook principalmente, pero también en Instagram, Twitter y WhatsApp. El término surge a raíz del tipo de lenguaje que suelen emplear estas personas, utilizando palabras cariñosas en diminutivo: "neni", "guapi", "cari" y similares, intentando ser cercanas a sus clientes. El auge de memes, publicaciones y comentarios de forma "graciosa" hacia este nuevo colectivo es debido a los efectos de la crisis sanitaria ocasionada por la pandemia en la que estamos actualmente, ya que obliga a que cada vez más personas, sobre todo mujeres, tengan que recurrir a la economía informal. Además, debido a las recomendaciones de distanciamiento social, se vuelve imprescindible utilizar las plataformas sociales para generar ventas.

             Sin embargo, el fenómeno de las ventas informales por redes sociales no es nuevo. Ni siquiera lo es el hecho de que las mujeres se dediquen más a la venta informal que los hombres. Basta recordar el auge en los años noventa de las ventas por catálogos, muy populares en oficinas y centros de trabajo, que solían ser impulsados por mujeres. Podríamos considerar este tipo de ventas como el precursor de las actuales "nenis".

             Tal vez, llegados a este punto, deberíamos reflexionar por qué este tipo de actividades es desarrollado principalmente por el sexo femenino. Es indudable que, en nuestra sociedad, los roles de género establecidos indican que el varón debe "llevar el pan a la mesa", situarse como el proveedor de la unidad familiar, mientras que la mujer debe ser la encargada de la economía doméstica y de los cuidados de los integrantes de la familia que los requieren: no solo niños, también adultos mayores.

             Cuando la aportación económica del hombre no es suficiente para afrontar los gastos generados por la unidad familiar, la otra parte tiene que pensar en la manera de generar ingresos y que, a su vez, sean compatibles con las labores de cuidados desarrolladas. Este condicionante impide a muchas mujeres incorporarse a trabajos con horarios rígidos o con jornadas completas, ya que hasta la fecha no se ha inventado una forma de estar en dos sitios a la vez. El espejismo del teletrabajo nos hace creer que esto es posible, pero la realidad es que es imposible atender una reunión de trabajo y a la vez cambiar un pañal o evitar que un niño pequeño se rompa la cabeza por saltar sobre la cama.

             La única salida que les queda a estas mujeres para sobrevivir es adaptarse y evolucionar. Para ello, tienen que recurrir a las ventas informales. Aquí encontramos un sinfín de ofertas generadas por las "nenis", cada cual más original que la anterior: desde los clásicos perfumes, maquillaje o accesorios, hasta manualidades, comida, muebles o antigüedades. Una vez generado el producto, es necesario comunicar que está a la venta. Antes, se dejaba el catálogo en el baño, o se pasaba de mano en mano. Ahora, gracias a la tecnología, se puede hacer una publicación en un perfil de redes sociales y esperar a que obtenga el mayor alcance posible. Por si fuera poco, esta solución informática es compatible con los horarios disponibles de las "nenis".

             Su labor, además, ayuda a reactivar la economía local, genera fuentes de empleo y busca conseguir una estabilidad económica. Son conscientes de que no van a lograr llegar al mismo nivel que los grandes emprendedores, como Bill Gates, Steve Jobs o Jeff Bezos, aunque sus inicios son muy similares: desde casa. Pero eso no les impide buscar respuestas cada vez más creativas e innovadoras.

             El Tiranosaurio Rex era una criatura imponente, hoy reservada solo a los museos, mientras que las gallinas, poco vistosas, han conseguido adaptarse y sobrevivir. Si nos dieran a elegir entre ser un Tiranosaurio o una gallina, tal vez la mayoría elegiría al dinosaurio por su impacto visual, aunque eso significara extinguirse. Muchas veces es mejor ser menos vistoso, pero sobrevivir.

La clave del éxito