¿Cómo combatir "fake news"?

 

    Todos pensamos que a nosotros no nos pasa, que eso es un problema de los demás.  Que nunca caeremos en un bulo.  Que somos muy inteligentes, tenemos muchos recursos y estamos muy bien informados porque nuestras fuentes son las mejores.  Pero si hacemos un análisis sincero, seguro que alguna vez hemos caído en tomar como verdadera alguna información sesgada, manipulada, errónea, incorrecta o inventada.  Nadie tiene un escudo protector contra las “fake news”, ni la receta infalible para no caer en ellas.  Desde este texto, simplemente podemos proporcionar algunos consejos para intentar evitar caer en estas técnicas de desinformación:

 ·         ¿La web donde lo estás leyendo es reconocida?: es innegable que la credibilidad de los medios de comunicación cada vez decae más, pero si crees que un medio de comunicación “convencional”, que vive de la reputación que pueda tener entre su audiencia, es capaz de mentirte, ¿porqué no dudas de lo que estás leyendo en una web cuya dirección no es conocida? En la actualidad es muy fácil crear un sitio web donde volcar ideas o deseos como si fueran una noticia.  Antes de creer todo lo que ponen investiga si la fuente es fiable.

·         ¿Tengo que creer todo lo que dice una web con renombre?: desafortunadamente, no.  Aunque es verdad que un medio reconocido no debería tener interés en poner en juego su reputación, también hay que recordar que estos medios, además de informar, tienen que resultar rentables.  Y esto a veces implica que tengan que recurrir a técnicas no muy honestas, como titulares sensacionalistas para conseguir más visitas, noticias tendenciosas, notas sin firma de autor, repercusión de noticias recogidas en otros medios y muchas otras.

·         ¿Seguro que no es una broma?: aunque a veces la realidad supera a la ficción, es importante tener en cuenta que hay algunos sites que se dedican a crear noticias satíricas.  No serías el primero en pensar que una noticia del Mundo Today o de El Deforma es realidad.  Si lo que estás leyendo te suena a broma, tal vez lo sea.

·         ¿Están interpretando bien los datos?: hace poco leí un titular de una noticia que decía que “uno de cada diez detenidos es de origen extranjero”.  Eso significa que el 90%, es decir, una amplia mayoría, no es de origen extranjero.  Sin embargo, el titular hace foco en el 10%, lo cual es tendencioso, ya que, si no te detienes a pensarlo, parece que es un porcentaje muy alto, y, por tanto, es necesario destacarlo.

·         ¿Se citan las fuentes de donde están sacando la información?: por lo general un periodista no desvela sus fuentes, está claro, pero cuando se hacen afirmaciones sobre “un prestigioso centro”, “el entorno”, “fuentes cercanas”, al menos pon esa información en cuarentena.  Y si la noticia que estás leyendo incluye muchos “se cree” o “es probable”, duda de que la información sea real.

·         ¿Es demasiado bueno para ser verdad?: vamos a poner un ejemplo absurdo para que se entienda este punto: imaginemos que no me gustan los gatos.  Y hay una noticia que dice que los gatos son sucios, poco sociables, y que incluso se ha descubierto que atacan a sus dueños por las noches.  Es exactamente lo que me gustaría leer en una noticia para reforzar mi desagrado hacia esos animales.  Si encaja perfectamente en lo que te gustaría leer, duda si es verdad.

·         ¿Has preguntado a los expertos?: es imposible que sepamos todo.  Ni Leonardo da Vinci fue capaz de almacenar todos los conocimientos de su época, y eso que era una mente brillante.  No pasa nada por reconocer que no sabemos de algún tema y que es mejor recurrir a las opiniones de expertos.  Gracias a internet, podemos tener acceso a la mayoría de los institutos oficiales, donde encontrarás mucha información sobre cualquier tema.  Y si no la encuentras, siempre puedes escribir a estas instituciones, que estarán encantadas de responder.

·         ¿Creo lo que veo?: nuestras experiencias personales suelen marcar nuestra forma de pensar, pero en el caso de fake news, a veces hay que reconocer que un entorno reducido y sesgado no nos va a dar resultados reales y creíbles.  Así, si lees el resultado de una encuesta entre “los lectores de este diario”, no estarás viendo un resultado representativo, simplemente estarás descubriendo lo que opina un pequeño sector de la población que lee ese diario y que ha decidido contestar la encuesta.  Y lo mismo para encuestas realizadas por internet: su resultado será siempre la opinión de la gente que ha querido participar y que ha tenido acceso a esa encuesta, pero la mayoría de las veces no será representativa de una opinión generalizada.  Y mucho menos lo que “le pasó a mi vecino/amigo/cuñado”.

    Evidentemente no son las únicas formas de identificar fake news, hay muchas más, pero espero que estos consejos sean útiles para no caer en estos bulos tan fácilmente, o al menos hacernos dudar sobre la procedencia de la información que vemos en internet.

Fake news y redes sociales

  

Últimamente hay un término se ha puesto de moda, pero que desafortunadamente lleva mucho tiempo entre nosotros: hablo de las fake news.  Si revisamos un poco la historia, ya en la antigua Roma existían estos bulos: se decía que los primeros cristianos practicaban el canibalismo y el incesto.  Los rumores entre los conquistadores de América de la existencia de El Dorado generaron numerosas expediciones.  Sin ir más lejos, la Alemania nazi creo el Ministerio de Propaganda, desde el que se difundían numerosos bulos; y el éxito del desembarco de Normandía se debió, en parte, a un bulo difundido por el espía español Joan Puyol García, que consiguió convencer a los alemanes que el desembarco se realizaría en Pas-de-Calais, no en Normandía.

Sin embargo, es cierto que la aparición de las redes sociales ha contribuido a hacer mucho más visible la difusión de estas noticias falsas.  Por un lado, permite cuantificar el alcance conseguido, mediante visualizaciones, contenido compartido, comentarios, reacciones, etc.  A su vez, convierte a los receptores del mensaje en emisores masivos, ya que antes la gente podía contar a su entorno los rumores que había recibido, pero la gente a la que podría llegar dicho mensaje era limitada, mientras que ahora se puede alcanzar a cientos de desconocidos con una publicación.

Aunque parezca que el hecho de poner en contacto a mucha gente con ideologías diferentes podría generar discusiones de temas polémicos cuyo resultado fuera que los participantes se replantearan sus posturas iniciales, la realidad es que en este tipo de intercambios suele primar la necesidad de tener razón y quedar por encima de tu “oponente”.  Lo que en un principio podría ser un gran espacio de reflexión e intercambio de ideas se vuelve un ring de boxeo, donde es más importante tener la razón, y donde la delgada línea que separa las opiniones de los insultos es traspasada constantemente.

Además, estas discusiones suelen tener entre sus argumentos citas textuales a más bulos, ya que el algoritmo de las redes sociales hace que te lleguen más bulos que refuercen tus ideas, aunque no sean correctas.  Recordemos que las redes sociales son empresas privadas, cuyo objetivo es que los usuarios interaccionen con ellas lo más posible, por lo que, si detecta que un usuario tiene interés en un tema, digamos por ejemplo el tenis, le proporcionará más información sobre ese deporte, a fin de aumentar su tiempo de navegación y sus interacciones.  Al tener usuarios activos y fieles, tiene más espacios dónde colocar publicidad, por lo que puede generar más ingresos.

Es muy complicado combatir las fake news, ya que este debate lleva intrínsecos derechos humanos como el derecho a la libertad de creencia o libertad ideológica: soy libre de creer que Elvis Presley está vivo y reside en una isla paradisiaca o que los extraterrestres nos visitan de vez en cuando.  Y legalmente, puedo contarle mi teoría a todo aquél que me quiera escuchar, ya que existe la libertad de expresión que me ampara para ello.  Sin embargo, la difusión de ciertos bulos puede generar en una parte de la sociedad sentimientos de odio hacia algunos colectivos específicos, lo que es caldo de cultivo para que germine el extremismo, el populismo y el fascismo.

Con la cantidad de información que tenemos a nuestro alcance hoy en día, con la que en poco tiempo se puede comprobar si algo es verdad o es mentira, ¿vale la pena lanzar una fake news? ¿se obtiene algún beneficio? Si: que las ideas difundidas se queden en la mente de la gente.  No todo el mundo está dispuesto a emplear su tiempo en contrastar una noticia, y menos cuando lo que ha leído concuerda totalmente con su forma de pensar.  Además, aunque posteriormente se haga un desmentido, normalmente alcanza a menos gente, por lo que el bulo sigue circulando durante mucho tiempo, pero no así la publicación que da la información correcta.

La clave del éxito