La data me mata

 

 

En 1989 se estrenó la película “Back to the future II”, en la que Robert Zemeckis y Bob Gale juegan con el pasado, el presente y el futuro. En una parte clave de la trama, nos muestran cómo el viejo Biff Tannen lleva a su “yo” de 1955 un almanaque con todos los resultados deportivos de los próximos 50 años.  Con esta información, el joven Biff Tannen comienza a realizar apuestas y a ganar mucho dinero, creando una realidad paralela a la original.  En la película, Robert y Bob resumen en unos pocos segundos cómo Biff crea un imperio gracias a las apuestas, pero en la vida real esto no sería posible sin esfuerzo y trabajo por parte del personaje.

Sí, aunque suene raro, Biff tendría que haber sido cuidadoso con las apuestas que realizaba para que las autoridades no sospecharan que estaba amañado.  Y tendría que pensar bien en qué eventos y qué resultados apostar, para con pocas apuestas conseguir grandes resultados y así, no hacer saltar las alarmas.  También tendría que haber sopesado bien dónde invertir el dinero que había ganado, ya que no hubiera sido el primer caso de alguien que se vuelve millonario de la noche a la mañana y lo dilapida en poco tiempo, volviendo a su estado inicial.  En resumen: Biff tenía la información, pero tenía que que haber sabido manejarla correctamente para conseguir los objetivos que su “yo” del futuro se había planteado.

Lo que hace unos años era un bien escaso, la información, actualmente es un recurso inagotable tanto en el ámbito empresarial como en nuestra vida diaria.  De hecho, en la actualidad tenemos acceso a mucha más información de la que somos capaces de procesar.  La información es vital para conseguir un objetivo, pero como ocurre con el almanaque de Biff, sólo nos es útil si sabemos manejarla correctamente.

Para ello, el primer paso es ser capaces de separar lo verdaderamente valioso de lo que, aunque pueda parecer interesante, no nos resulta provechoso.  Pensemos en uno de los recursos más empleados actualmente: Wikipedia.  Cada vez que utilizamos la Wikipedia como fuente, hay que pensar que todo su contenido es creado por multitud de personas anónimas de forma voluntaria.  Eso hace que a veces ocurran situaciones estrambóticas que nos recuerdan que esa información no es del todo fiable, como ocurrió cuando el tenista Rafael Nadal ganó por 13º vez el torneo de Roland Garros. La descripción de dicho torneo en la Wikipedia se vio modificado con la siguiente frase: “es un torneo (…) en el que compiten 127 jugadores cada año para luchar por el subcampeonato y ser la persona más cerca de Nadal cuando levante el trofeo”.  Si esta frase estuvo publicada, quiere decir que cualquier información puede ser alterada sin previa comprobación, lo que nos lleva a pensar que no podemos tomar todo el contenido de esta web como válido sin haberlo contrastado previamente.

El proceso de recopilar y procesar la información, aunque muchas veces engorroso, puede ser la clave para conseguir nuestros objetivos en general y concretamente en marketing.   La información bien utilizada nos permite llegar al público objetivo de nuestra campaña de una forma eficaz. Si, por ejemplo, somos capaces de identificar que los clientes potenciales de una marca en concreto son, a la vez, seguidores de un deporte específico de una forma significativamente mayor que la media de la población, tal vez tenga que plantearme realizar alguna acción relacionada con ese deporte para impactarlos de forma más eficaz.  Pero si no somos capaces de extraer los insights correctos con la información que tenemos, seremos un poco como el joven Biff de 1955 cuando acaba de recibir el almanaque: con una herramienta muy poderosa en las manos y con un sinfín de posibilidades de uso, pero sin saber hacia dónde enfocarla o cómo usarla.

La clave del éxito